But Luis Antonio

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10-10-1933   24-10-2024
“He experimentado una gran alegría y me he sentido reconfortado por tu caridad”. (Fil, 7)

Luis Antonio en la ciudad de Federación, Entre Ríos, una familia numerosa con 10 hermanos y ahora más 40 nietos y bisnietos. Entre sus hermanos se encuentra Orlando, un monje benedictino y Rosa, monja de la Congregación de las Hermanas Pobres de San José de Buenos Aires.
Hablando de su familia Luis decía: «una familia muy hermosa, muy cristiana. Mi madre era catequista y partera en el campo. Mi padre, como buen gringo, era muy emprendedor. Cuando se casaron en 1930, mi padre había comprado muchas cosas para una actividad comercial, pero con la crisis económica tuvieron que venderlo todo. Así que nací en un pequeño rancho. Mis primeros años fueron realmente muy humildes, muy pobres».

Como desde pequeño quería ser sacerdote, el párroco de Federación lo tomó como monaguillo a la edad de 11 años, para que pudiera estudiar unos años más antes de ingresar a la Seminario menor de Paraná. El propio Luis dice: «Mi vocación surgió de forma natural. Tío Tino estaba en el seminario en ese momento, mi hermano Orlando había ido a la abadía benedictina de Victoria, mi madre era catequista, los misioneros se quedaban en casa y allí celebraban misa… Dios
me estaba preparando el camino».

Eran los años 1960, un período difícil para la Iglesia católica, especialmente para los sacerdotes. De hecho, en esos años muchos de los compañeros de seminario de Luis abandonaron el ministerio. También fue un período difícil para él, pero precisamente en ese período, en 1963, convaleciente despuésuna operación de úlcera de estómago, se produjo una circunstancia que resultaría cierta providencial en su vida. Luis participó en un retiro predicado por Don Adolfo Raggio, un
Sacerdote focolarino italiano que vino a Argentina para enseñar en el seminario diocesano de petición del obispo de Paraná a Chiara Lubich. Años después, Luis relató este momento: «Raggio nos habló de un Dios que nos ama inmensamente y de una espiritualidad de comunión. Aunque estos temas comenzaban a ser discutidos en el Consilio Vaticano II, me llamó la atención su experiencia personal y por el hecho de haber encontrado un sacerdote que me acompañó en vivir esta experiencia. A partir de ese momento nunca más me sentí solo, ni siquiera en las parroquias pobre y distante. Confieso que si no hubiera encontrado esta luz y esta compañía hoy no estaría aquí para agradecer a Dios y a Nuestra Señora por el don de ser cristiano. y sacerdote».

En 1970, después de cinco años en la parroquia de Villa Hernandarias, fue nombrado párroco de San José de Feliciano, la parroquia más pobre y alejada de la diócesis, donde permaneció durante 13 años y donde fundó un refugio para niños necesitados en la zona. Luis se mantuvo en contacto constante con muchos de esos niños, algunos de los cuales lo llamaban abuelo y otros papá. También contribuyó a establecer una escuela secundaria comercial y dos escuelas parroquiales con comedores escolares y un hogar.

En 1983 será párroco de Santa Elena, donde permaneció durante 18 años. Luis dice: «Allí también fundamos varias escuelas: tres secundarias y cuatro primarias. Y otra cosa es que cCuando fui a Santa Elena, la primera recomendación que me dio el obispo fue que había que construir una nueva iglesia, porque era una ciudad de 14.000 habitantes y no estaba allí ningún templo. Sólo había una iglesia muy antigua, de cuando aún no el frigorífico. Como tuvimos que construir una nueva iglesia…». Otra experiencia en Santa Elena que dejó huella lo más profundo de la vida de Don Luis fue el enorme drama social vivido en la ciudad con la posterior cierre del Frigorífico, que había empleado a más de 1.000 personas. Luis, cómo párroco de la comunidad, también en esta ocasión se puso del lado de los más necesitados, participando y en muchas ocasiones liderando el apoyo a las demandas de los trabajadores,manifestaciones, hasta las muy difíciles negociaciones a nivel provincial y nacional.

Después de 45 años en la diócesis de Paraná, a Luis le pidieron que viniera a la Mariápolis Lía. dice : «Dije: «Bueno, dejar la parroquia que tenía en Paraná y venir aquí a Mariápolis fue una alegría porque conocí el Movimiento en 1963/64… y fue un regalo de la Madre que en ese momento de crisis me dio una visión tan hermosa de la fe cristiana.» Entonces le dije a obispo que estaba feliz de venir a Mariápolis, y así lo hice».
Llegamos así a la última etapa de la vida de Luis, los 20 años pasados ​​en Mariápolis y en parroquia de San José de O’Higgins. Evidentemente, esta etapa también merece ser mucho más tiempo para hacer justicia a una experiencia tan extraordinariamente rica, en la sencillez de la vida cotidiana. Podríamos intentar describirlo como aquel de quien, con tenga siempre una vida verdaderamente sacerdotal, según el modelo de Jesús, de entrega, amor y alegría creó unidad en la comunidad y sus alrededores. Y quizás lo hizo aún más en los últimos meses de enfermedad.

Concluimos con palabras de Luis quien, respondiendo a quienes, después de haber conocido un poco de su vida, le dijo lo increíble que era la cantidad de cosas que había hecho y experimentado, : Me sorprenden las muchas cosas que se han hecho. Tanto es así que a esta edad me gusta pensar en la Virgen María… que nació humilde y vivió humilde. Pero también gracias a esta gran familia que es Obra de María, he podido viajar por todo el mundo, vivir una vida bastante digna y participar de muchas cosas hermosas. Por eso lo importante es poner tu pequeña parte… si tuviéramos que pensar en los errores sería… pero Dios es misericordioso, perdona, siempre ve lo positivo, y si uno intenta hacer las cosas bien, entonces es Dios quien actúa con el su gracia. Es una obra de Dios, es el Señor quien ha hecho los milagros, uno hace lo que puede…”.



					
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Publicado el

31 de octubre - 2024

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