Honorio Rey ha dejado este mundo de la misma manera en que vivió: silenciosamente, sin hacer ruido, con la delicadeza de quien no quiere preocupar a nadie. Pero su vida fue todo lo contrario de silenciosa: dejó huellas firmes, profundas, luminosas, como las de quien sabe que cada paso puede ser semilla de algo eterno.
Como pionero, Honorio fue uno de los que estampó su firma en el acta de donación del antiguo convento y las tierras adyacentes que, con los años, se transformaría en lo que es hoy la Mariápolis Lia.
Junto a María Inés, su esposa, fueron protagonistas por muchos años en el Movimiento Familias Nuevas y en su vida de familia supieron anclarse en el Evangelio, haciendo de lo cotidiano un espacio de comunión y testimonio.
Fue también un hombre de palabra: escrita y hablada, reflexionada, tejida con esperanza. Como director de la revista Ciudad Nueva, dio vida a historias y artículos que, más que informar, formaban.
Con su mirada serena, su atención discreta a cada necesidad, su buen humor permanente y esa fe que no se anunciaba pero se respiraba, se ganó el cariño de todos. Su presencia ha sido regalo para generaciones.
El movimiento de los Focolares en el cono sur y cada rincón de la Mariápolis Lia, guardan su memoria como una luz encendida y se inclina con gratitud ante una vida que ahora continúa en la plenitud del Amor.
Mucha Luz Paz y Amor p tu bendita ALMA QUERIDISIMO HERMANO .Y COMPAÑERO DEL CAMINO DE ESTA VIDA MARAVILLOSA QUE MAMA CHIARA NOS ENSEÑO