Cuarto de cinco hijos nacido en San Miguel de Tucumán el 27 de febrero de 1979.. El aprendizaje al calor de la familia y los hermanos en el que todo era cronometrable: quien corría más rápido, quién ganaba en la bici, quien con los autitos en la pista de scalectric, quien a cortar el césped del amplio jardín de la casa. A medida que crecía, ya en Córdoba adonde se había trasladado la familia, le fueron apasionando los autos, los caballos, la naturaleza, las largas excursiones a dedo, y sobre todo las amistades auténticas, como era su personalidad marcada por la rectitud y la generosidad. Sobrio, tenaz, “hablaba poco y silvaba mucho”.
Terminada la secundaria y de algún modo también la adolescencia, se acercaba el momento de tomar decisiones importantes para el resto de su vida. En el amplio abanico de sus intereses no le resultaba fácil definir un rumbo. Un tiempo de incertidumbre, hasta que alguien, que lo quería mucho, le propuso: “Animate, trazá una flecha y jugate al cien por ciento”. “¿Y si no fuera esa?”. “Trazá otra, que seguramente va a ser más acertada”. Entonces trazó la primera, rearmó la mochila y partió, dejando a sus amigos una tarjeta que decía: “Hay otro mundo y está en éste” y, en el reverso, “el lugar adonde me voy: Mariápolis Andrea O´Higgins – Bs. As.”, recomendándoles que le escribieran y fueran a visitarlo: “Me voy a jugar todas las cartas, a ver qué pasa”.
Al poco tiempo escribía a sus amigos: “Esta experiencia me está sirviendo de mucho, veo todas las cosas de otra manera. Es como si hubiese nacido de vuelta, tengo muchas ganas de aprovechar esta vida al máximo y usarla para algo que creo que vale la pena…”. Más adelante les confía: “Estoy comenzando a descubrir a un `Dios’ muy distinto al concepto que yo tenía… más real, … que tiene una metodología como la mía, que no habla sino que hace cosas para creer… No sé muy bien cómo explicarlo pero estoy descubriendo algo distinto”. En otra carta relataba: “He creado aquí mismo un “Movimiento Revolucionario”, que se basa en lo que yo creo que es lo más importante, que son los hechos, sin palabreríos. Hechos que demuestran que lo que pensás es posible, en mi caso ‘UN MUNDO UNIDO’”.
Concreto, apasionado, coherente, si bien no hacía diferencias a la hora de estar disponible para cualquier persona, era también exigente, y eso molestaba a más de uno. Se exigía y exigía coherencia a cualquier precio. Con humildad y el trascurso de los meses fue aprendiendo que cada persona tiene sus tiempos y logró ser más flexible con los demás, pero no consigo mismo. Siempre quería dar más, como un jugador que no se conforma si no deja traspirada la camiseta. Su medida era amar hasta dar la vida.
Después de su experiencia en la Mariápolis, Marcos había vuelto a Córdoba con las ideas más claras. Había experimentado de manera especial del amor de Dios y parecía que todo, para él, estuviera al mismo nivel. Conversando con una amiga le decía: “Hay que vivir la vida como una pasión, si no, no tiene sentido, porque sólo por una pasión uno vive y se juega entero”, y cuando ella dudando le dice, “puede ser…, habrá que descubrirla entonces…”, le insiste, “mirá que si uno se pasa la vida pensando, no hace nada. Ponete las pilas, flaquita, no seas pecho frío”.
Marcos ya estaba en otra etapa. Se había dado el gusto de hacer el viaje de aventura a la Patagonia que tenía pendiente con su mejor amigo y había ingresado a la Universidad en ingeniería mecánica. En un accidente laboral pierde la vida. Una caravana de autos recorrió los 550 kilómetros de Córdoba a la Mariápolis para el último adiós. Sus 20 años, recopilados por Mónica Caudana bajo el título “Hay otro mundo y está en éste”, reflejan la pasión, autenticidad y coraje para encontrarle sentido a su vida, que lo caracterizaron.