07-07-1966 11-11-2024
“Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos». (Mt. 7,12)
14 noviembre de 2024
Griselda nació en Esperanza, una pequeña ciudad de la provincia de Santa Fe, Argentina, hace 58 años; es la segunda hija de 5 hermanos, de una familia unida, donde los valores humanos estaban siempre presentes.
Junto con su hermana, les gustaba gozar de la naturaleza, en el campo donde transcurrió su infancia.
A los 18 años conoce la espiritualidad del Movimiento a través de una familia, y junto con su amiga, hoy también focolarina, comenzaron a frecuentar un grupo de jóvenes y contagiar a muchos más la vida nueva del Evangelio que descubrieron.
Ella misma nos cuenta:
“Mientras estudiaba en el Profesorado de Enseñanza Primaria, me llamaba mucho la atención una compañera de estudio que estaba siempre contenta. Pensaba ¿qué le pasa a esta chica? ¿Por qué sonríe siempre? ¿No tiene ningún problema? Así que decidí anotarme en el mismo grupo de estudio que ella para poder conocerla.
Un día, me invitó a una reunión de jóvenes en una casa de familia donde se leyó un escrito de Chiara Lubich, la fundadora del Movimiento de los Focolares. En ese texto, se decía que teníamos que tratar a los demás sabiendo que Jesús está presente en el corazón de cada persona, con esa medida de amor. Me acuerdo que escuchar esto fue impactante para mí, comprendí cómo tenía que relacionarme con los demás.
Posteriormente, viví una experiencia formativa en la Mariápolis Lía (Ciudadela del Movimiento de los Focolares ubicada en la Pcia. Bs.As.) donde jóvenes y familias tienen la oportunidad de estar por un período y aprender a vivir el amor recíproco que Jesús nos propone en el Evangelio, concretamente: en el trabajo, el estudio, la recreación y la convivencia diaria. En ese lugar, sentí el llamado a consagrarme a Dios como focolarina, dedicando mi vida a la construcción de un mundo más unido”.
Luego escribió a Chiara Lubich pidiendo una Palabra de Vida, y como respuesta ella le dio: “Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos” (Mat. 7, 12)
Volviendo de la escuela de formación en el diciembre del 1993 como focolarina vivió 22 años en la Mariápolis Lía, luego en Córdoba, donde fue responsable del Movimiento y desde el 2020 como delegada del Movimiento en el Cono Sur.
En ocasión de los 50 años de una de las industrias de la Mariápolis -Sorriso, realidad que construyó y desarrolló- nos dice: “la experiencia más profunda en la vida es darse cuenta que sos libre de lo que estás haciendo y que lo importante es cómo lo haces.”
Compartimos algunos de los muchos testimonios recibidos.
De una focolarina:
“Con Griselda compartimos más de 20 años en la Mariápolis Lía. Siendo médico, la acompañé cuando le diagnosticaron una grave enfermedad, momentos que vivió con mucha paciencia y amor siguiendo los tratamientos indicados.
En ella siempre había una sonrisa, ninguna queja y tratando de dar su máximo hasta completar todos los años del tratamiento. De ese período me impresionó su simplicidad, su serena alegría y la capacidad de no escandalizarse por las dificultades que podía encontrar en las relaciones. Reconociendo los errores, buscaba las soluciones o intentaba ver lo positivo, sin juzgar. Tenía una gran capacidad de escucha y hacerse uno, disfrutaba mucho la amistad, tenía una gran humanidad y humildad”.
Una joven que la conoció en la Mariápolis nos dice:
“Gracias por recibirme cuando vine a hacer la experiencia hace ya 30 años y arrancar la “aventura” que me cambió la vida. Gracias por cada palabra de aliento, por cada charla, por cada abrazo, por cada mirada de pureza y cercanía que vos sí que sabías dar. Gracias por tu humildad, tu compañía, tu espontaneidad, tu amor concreto y delicado en cada momento de mi vida; porque lo tuyo era un ser y no un hacer”.
Un focolarino:
“Me cuesta aceptar la partida de Gri… Lo primero que pensé es que Dios se lleva a los mejores, y que no entiendo por qué, pero evidentemente su lógica no es la nuestra… Por otro lado sé que Gri ya está en el Paraíso, y vive con nosotros más que nunca. Ojalá podamos ser capaces de recoger y custodiar en nuestros corazones su testimonio de vida. Siempre me impactó y conquistó su simplicidad y cercanía, su mirada profunda”.
Un focolarino casado escribe:
“Hija predilecta de Dios y hermana nuestra muy querida, tu alma tan sencilla y tan cercana, tu postura tan humildemente clara, en gestos concretos y en palabras y tu mirada pura se ganaron el corazón de cada hermano que pasó a tu lado.”
Un grupo de focolarinos y focolarinas nos dicen:
“Queremos estar ahí con ustedes en este momento sagrado de la vida de Griselda – Grinchu, como cariñosamente la llamábamos – para ofrecerle a Jesús el tesoro de haber convivido con ella en diferentes momentos de nuestra vida, algunos en el focolar, y muchos, muchos en la Mariápolis Lía, quien simplemente encontrándola en el intervalo de una reunión.
¡Ella nunca negó su escucha, su sonrisa, sus bromas con sus ojos traviesos! ¡Ella amó, siempre amó! Parecía no tener nada más que estar con nosotros en ese momento.
Angel Bartol, focolarino
“Griselda, Grinchu, ¡lo lograste! Te fuiste como viviste: silenciosa, sencilla, sin hacer ruido y con una sonrisa en el rostro.
Después del primer momento de consternación, de incredulidad, ¡la conciencia de que llegaste allí arriba y de allí inmediatamente nos enviaste una gran paz!
En estos años, donde hemos podido compartir muchos momentos, visitando comunidades, focolares, enfrentando situaciones exigentes, alegres, desafiantes, prometedoras… en ti siempre he encontrado disponibilidad, sin detener lo que estaba sucediendo, ya fuera estruendoso o un cielo que se aclaraba, como para decir: no importa lo que encontramos afuera, importa lo que encontramos dentro de nosotros que nos permite vivirlo todo en un encuentro continuo con Jesús abandonado o Jesús resucitado, pero siempre Él. Como tú también, ¡siempre tú!
En uno de los viajes, aceptando la propuesta para que visitáramos algunas comunidades alejadas de los focolares, te lanzaste con sencillez y sin prestar atención a los muchos kilómetros a recorrer: «¡Está cerca, son sólo 5 horas en auto!» Momentos hermosos, sencillos… una vez te pedimos que nos contaras un poco de tu historia de amor con Dios, y dudaste… de hecho no te gustaba hablar de ti, así que fueron necesarios tres viajes más para conocerte, comprender mejor y así comprender tu divina aventura desde el principio, cuando encontraste el carisma de la unidad en tu ciudad natal: “Esperanza”. No sólo es un nombre, sino una realidad que te ha acompañado a lo largo de los años y que ahora has sembrado en nosotros, en cada uno de nosotros.
Cuando alguien te proponía algo, lo aceptabas inmediatamente, aunque fuera atrevido, y decías simplemente: “¡Dale, hagámoslo! ¡Vamos a hacerlo!» … y esto podría significar confiar en alguien para iniciar un proyecto o una experiencia como la del focolar en Yungay, Chile, o la de Dragones en el norte de Argentina, o como el proyecto “Aquí estoy” en la Mariapolis Lía… o como el cambio de una focolarina a otro focolar quizás más adecuado, o en ofrecer a otros estructuras que ya no se utilizan en el Movimiento para que puedan desarrollar nuevos proyectos… ¡Hagámoslo!
Hoy nos dejaste boquiabiertos y con lágrimas en los ojos, diciéndonos que demos un paso como el que tú diste, de confiar plenamente en el Amor de Dios, y de dejarnos guiar por el Espíritu Santo, y una vez más: ¡Vamos a hacerlo!
.
La partida imprevista fue un gran impacto para todas las comunidades del Cono Sud quienes quisieron manifestar su dolor y agradecimiento por su vida a través de distintas expresiones: los jóvenes organizaron un rosario latinoamericano, se han celebrado misas en distintas comunidades, hemos recibido mensajes de obispos, sacerdotes y el Cardenal de Paraguay.
Concluimos con una frase que la caracterizaba y le gustaba mucho repetir, es del Papa Francisco: “no sean administradores de miedos, sino emprendedores de sueños”.